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EF: ¿Podría compartir las prioridades actuales de la asociación con la mirada puesta en el 2024?
JDB: ASD es una entidad sin fines de lucro creada hace casi 10 años por profesionales de la salud preocupados en que la transformación digital avanzaba con velocidad en sectores como turismo, consumos, e industria, mientras que en salud era muy lenta. Después de diez años, los objetivos que nos reunieron siguen vigentes, es decir seguimos por detrás de otros sectores. Paradójicamente, el sector salud es el principal proveedor de datos en una economía de los datos, debido a que afecta al 100% de la población durante toda su vida. Las grandes compañías tecnológicas han entendido muy bien que el cuerpo humano es la mayor plataforma de datos, y trabajan hace años en la búsqueda de productos y servicios para la salud, basada en datos. Los gobiernos de los países, sobre todo de Europa, avanzan lentamente en la incorporación y la formación. Nuestro fin los últimos diez años ha sido promulgar, difundir, ayudar a la creación de contenidos, buscar la evidencia científica y soluciones digitales aplicadas a problemas de salud. Hemos elaborado diferentes informes de posicionamiento, historia clínica digital, receta electrónica, y el grado de madurez del sistema sanitario español, entre otras. Hemos colaborado con diferentes universidades, centros de estudios y escuelas de negocios, que han puesto en práctica distintas titulaciones de expertos en software digital. Hemos colaborado en la realización de un programa de creación de contenidos, puesta a disposición de la organización de expertos y ponentes.
Realizamos encuentros, eventos y congresos, por ejemplo, todos los años en febrero hacemos una gran jornada nacional en la que compartimos experiencias, a la que acuden entre doscientas y trescientas personas presencialmente y hasta quinientas online, de las cuales más de la mitad son de Latino América. Otra actividad a destacar es que cada año, en septiembre, organizamos una semana de salud digital; lunes un evento en Madrid, martes en Barcelona, miércoles jueves y viernes en San Sebastián en la Universidad del País Vasco. Este septiembre último hemos hecho el Décimo Congreso Digital. Por una década hemos compartido una visión de futuro y experiencias concretas. En 2023 ha habido un crecimiento exponencial en aplicaciones de soluciones digitales a la salud, sobre todo en inteligencia artificial, que ha sido un cambio muy significativo.
Por todos estos motivos, la asociación es sumamente necesaria; el sector está retrasado, pero si podemos superar las barreras culturales, la resistencia al cambio, y cumplir las necesidades de formación e información a la población, las capacidades tecnológicas nos permitirán avanzar. Con la pandemia llegó una demanda importante de colaboración, negada, hasta ese momento. Sin embargo, hoy nuevamente, con la pandemia superada, hay un retroceso en los porcentajes de telemedicina. Debemos trabajar para cambiar nuevamente en los próximos años.
EF: ¿Qué temas fueron tratados en la semana de la salud digital?
JDB: Las reuniones y congresos son siempre de acceso, debido a que hace falta “evangelizar” el sector. Tenemos muchos eventos en el transcurso del año; del 15 al 17 de este mes, estaremos en Málaga en un congreso interdisciplinar hablando sobre genética humana y haremos un taller sobre teleconsultas, y cómo dar consejos genéticos a través de una.
La primicia es que hemos unido los conceptos de valor y salud digital, acuñando el concepto de salud digital basada en valor, y estamos trabajando en un nuevo grupo de trabajo de “Salud mental digital”. La salud mental, en países como el nuestro, sigue sin ser bien atendida; la demanda ha aumentado en número de pacientes sin embargo la oferta sigue disminuyendo, cada vez hay menos psicólogos y psiquiatras. En los próximos años las enfermedades mentales incrementarán y necesitaremos más profesionales de salud mental, y una ayuda es la teleconsulta. Si bien las teleconsultas han disminuido desde la pandemia, en el único grupo de pacientes en que no han disminuido las teleconsultas es en salud mental, que se han mantenido con un uso entre el 50 y 60%, que antes de la pandemia estaba en un 20 y 30%. El paciente de salud mental es muy vulnerable, y los pacientes tanto del sistema sanitario privado y público buscan respuestas en internet, donde hemos detectado muchas páginas fraudulentas o engañosas que causan daños a quienes las siguen.
Durante la semana de la salud nos referimos a siete retos puntuales de la tecnología y la IA en la salud:
- La IA ha supuesto un cambio importante en los últimos meses, ya no años, y hay mucha incertidumbre, pero queda claro es que es una realidad y una certeza. La salud digital es un concepto global disruptivo, no hay barreras, y para ciertos problemas globales de salud, la única opción es confiar en la IA como una aliada en la ayuda en la toma de decisiones médicas. La OMS informa que harán falta 18 millones de profesionales sanitarios en los próximos 15 años, que no habrá, por lo que tenemos que cambiar las formas de hacer las cosas.
- La inteligencia artificial, trae nuevos profesionales (expertos en IA) al sector, que deben colaborar en salud para resolver, a través de algoritmos, nuestros problemas.
- Los nuevos profesionales son muy solicitados por todos los sectores; las tecnológicas grandes se quedan con los mejores talentos, dificultando al sector salud a contratarlos.
- Debemos establecer alianzas estratégicas de colaboración -incluso público-privadas- para encontrar soluciones.
- La correlación de datos no implica que uno sea la causa de otro, hablamos de predecir y no de causalidad. La causalidad se da por la evidencia científica y la IA informa en base a algoritmos y cálculos probabilísticos el padecer o no una enfermedad.
- Debemos ser muy cuidadosos con la información. La IA aprende permanentemente e incorpora información; si introducimos errores o hacemos trampas la inteligencia también aprenderá a hacer trampas y errores mucho mejor que nosotros.
- Datos: en una economía de datos, los datos del sector salud son muy apetecibles y unos de nuestros mayores desafíos es la regulación, gestión y el acceso a los datos. Debemos garantizar la privacidad y la seguridad de los datos de los pacientes.
EF: Dada su trayectoria, ¿cuáles son las estrategias para dirigir una asociación cuyo gran reto es conectar a todo el sector, tanto público como privado?
JDB: Efectivamente, somos muy buenos desarrollando tácticas y herramientas y no tan buenos en las estrategias. A los equipos directivos se les paga para desarrollar estrategia y por lo general no dedicamos tiempo a hacer estrategia, sino táctica. La resistencia a la transformación digital por parte de los profesionales –los pacientes son digitales- es porque no los escuchamos. Tienen una alta carga de trabajo, están quemados y nosotros les agregamos aún más. Debemos sentarnos y escuchar su día a día para entender las ineficiencias del sistema. Según la OMS existen entre un 20 y 40% de ineficiencias; hay procesos, procedimientos, recursos humanos, materiales, y tecnologías en los que deberíamos trabajar mejor. Para una mejor estrategia entonces, debemos escuchar, ponernos en el lugar del otro, porque la estrategia debe ser siempre consensuada. Debe tener una hoja de ruta clara, con facilitadores y bloqueadores bien identificados, un compromiso de todas las partes, y ser permanentemente evaluada. Actualmente las herramientas digitales nos permiten un control de mando sencillo con pocos indicadores que aportan valor.
Alemania es el único país en Europa hoy, con un organismo creado hace cuatro años, que es capaz de aprobar y fabricar soluciones digitales para los pacientes. Hablamos de hacerlo, pero todavía estamos en la parálisis del análisis. Me preocupa que estemos obsesionados en regular; las grandes tecnológicas capturan datos y en poco tiempo nos devuelven soluciones, productos y servicios para los pacientes. Existen más de trecientas mil aplicaciones en salud, pero muy pocas –menos de cien- que se descargan y se usan. Si oponemos digitalización versus humanización caemos en una trampa. Cómo médico, dedico el 80% de mi tiempo en luchar con la informática; en cada hospital en España hay entre siete y diez sistemas operativos y para acceder a la información de un paciente se necesitan cinco o seis pantallas. Si se pudiera automatizar como lo hacen otros sectores, sería tiempo liberado para trabajar con los pacientes, que es al fin la labor del médico y no la lucha con la tecnología.
Un reto por delante es la transparencia, todos hablamos de ser transparentes, pero a nadie le gusta ser evaluado. No hay una cultura en nuestro sector de ser evaluados y medidos, y debemos acostumbrarnos a ello. El sistema sanitario americano realiza evaluaciones continuas a los profesionales en el sector privado. La digitalización permite la transparencia, y los gestores debemos saber identificar su valor para diseñar la estrategia y la táctica.
EF: ¿Cómo podemos crear sistemas integrales, sostenibles y con interoperabilidad en los de un sistema sanitario competitivo y humano, teniendo en cuenta la importancia de la digitalización y la tecnología?
JDB: Los sistemas sanitarios mundiales, en general, hablan de un paciente o individuo en el centro del sistema pero la realidad es que no los tenemos en cuenta, o solo al final, quizá porque nos vemos obligados a hacerlo. No fuimos formados en el espíritu de escucha colaborativa, en la que el paciente puede saber más de su enfermedad que nosotros, o así lo sienten. Como médico mis mejores diagnósticos fueron aquellos realizados sentado a la cabecera del paciente, en casos en los que el paciente afirmaba que no estaba bien a pesar de que los resultados daban bien. Sentarse unas horas con el paciente, escucharlo y explorar posibilidades logra buenos diagnósticos complejos, basados en la experiencia y conocimiento del médico.
Creo firmemente en la parte humanística de la práctica de la medicina. Hoy existen especialidades de especialidades, traumatología de la rodilla o el pie, y un paciente tiene que recorrer diez especialidades para saber lo que no tiene. Debemos creer que el paciente es realmente el centro del sistema y si queremos que se auto cuide, también debemos confiar en él. La visión integral e integradora de todo lo que rodea al paciente es fundamental; un buen diagnóstico está basado en una buena historia clínica. La lucha entre las especialidades y sub especialidades, de sistemas regionales con diferentes sistemas operativos dificulta mucho la interoperabilidad. Es imaginable en el siglo 21 que una gran empresa ya sea de la banca, transporte o energía tenga un sistema operativo distinto en cada filial y en cada país. ¡Pero en la salud ocurre! Sin embargo, por primera vez en la historia de la salud se están dando pasos importantes en nuestro sistema nacional de salud, ya que se están tomando medidas para que un único sistema operativo, receta electrónica e historia digital única sea una realidad. La transformación digital ayudará a romper los compartimentos estancos y poner el paciente en el centro a través de la interoperabilidad del sistema. Antes de fin de año creo que se darán los pasos necesarios. El ministerio ha lanzado la iniciativa para realizar una audiencia pública para que las organizaciones propongan sus opiniones sobre el tema.
Una tendencia actual es la evolución digital, otra es el envejecimiento; en los próximos 15 años en sociedades como la nuestra, se duplicará el número de personas mayores de 60 años y habrá una necesidad de atención mayor y en este sentido la sostenibilidad es un punto importante. Me refiero a sostenibilidad económico financiera, social, sanitaria y también medioambiental. La sostenibilidad medioambiental referido a la salud entrega un doble desafío. La actividad propia del sector global genera una huella de carbono del 5% de emisiones de gases de invernadero debido a la infraestructura hospitalaria, edificios no inteligentes, bienes de un solo uso, la huella de transporte de pacientes, de empleados o de proveedores, de fármacos, dispositivos y suministros. Si en los próximos cinco años duplicamos la actividad estaremos incluso generando más cambio climático, que ya hoy genera muertes por golpes de calor y enfermedades relacionadas, descompensaciones cardiovasculares, respiratorias, enfermedades transmisibles por vectores (malaria, dengue, etc.) y de salud mental. En definitiva, la sostenibilidad también mira al impacto de nuestra propia actividad y será un doble desafío, generar menos huella con aun más demanda.
EF: ¿En la década de existencia de ASD, cuáles han sido algunos de los objetivos cumplidos de la asociación? ¿Qué podemos esperar del futuro de la tecnología y digitalización del sector salud en España?
JDB: No somos visionarios, solo leemos las tendencias que son imparables. Estoy orgulloso de haber hecho cosas que hoy hacen la diferencia, por ejemplo, durante la pandemia los médicos teníamos prohibido en nuestro código deontológico las consultas que no fuesen presenciales. Rápidamente trabajamos en un documento para habilitar las teleconsultas, aunque hubo unas semanas que esto no fue posible. Me orgulleció nuestra rápida respuesta. Hemos puesto en marcha diferentes iniciativas de formación de médicos y enfermeras, con nuevas formas de pensar que denominamos “Mejorar Habilidades Probabilísticas”, que incorpora resultados algorítmicos a la toma de decisiones. Basados en un algoritmo, ayudamos a la toma de decisiones y para hacerlo debemos leer probabilidades y porcentajes de riesgo. Es una nueva forma de pensar diferente, porque el paciente es diferente. De cara al futuro seguiremos atentos a lo que viene, la IA será el principal aliado del sistema sanitario, y ayudaremos en la creación de la evidencia científica. Contribuimos en la publicación de revistas de impacto para consolidar la evidencia y colaborar con las autoridades sanitarias. Trabajamos semana a semana en la formación con colectivos sociales, científicas, profesionales que son los que tienen que liderar el cambio. El futuro no es en diez años, sino de tres a cinco años, todo cambia tan rápido que no nos atrevemos a ver más allá de cinco años. Seguiremos consolidando lo hecho hasta ahora, incorporando muchos compañeros jóvenes de viaje, nuevas generaciones digitales por naturaleza pero que siguen siendo analógicas por tener referentes analógicos, para abrir espacio a lo digital.
Para finalizar, el mundo es femenino, son el 50%, y debido a que los hombres tienen menos expectativa de vida, habrá más población femenina. La ciencia está en deuda con las mujeres porque la mayoría de los estudios no las tienen en cuenta, quizá porque muchas veces los investigadores son varones. Los financiadores de la investigación priorizan a los varones sobre mujeres a la hora de determinar el tipo de estudio. No es un tema de géneros, es justicia social. La sociedad debe ser más sensible a que en la investigación y ciencia haya más referentes femeninos, más investigadores principales y responsables femeninos. Hoy, en los lugares remotos siempre encontramos una mujer con un celular en la mano y una niña pequeña que lo maneja de modo intuitivo. La salud del mundo, incluso en África, el sudeste asiático y en Latinoamérica, está en los móviles. Queremos hacer programas de salud pública con llegada a móviles. El mundo es digital, femenino, disruptivo, cambiante y muy veloz.